construir una cultura organizacional

Cómo construir una cultura organizacional sólida

20 Junio 2025

La cultura organizacional toma relevancia en un mercado, como el actual, donde al factor productividad deben sumarse otros decisivos para el desarrollo y éxito empresarial. Construir una cultura empresarial sólida es uno de ellos.

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Introducción a la cultura organizacional

Para responder a la pregunta: cultura organizacional, ¿qué es?, se podría describir la cultura organizacional de una empresa como el conjunto de valores, creencias, normas y comportamientos que rigen la actividad empresarial y, por ello, la de todos sus colaboradores. Es decir, se trata del ADN de la empresa, en base al cual se diseñan las estrategias y procesos, se da forma a las acciones o se toman las decisiones. 

La cultura organizacional influye profundamente en el día a día organizacional, también en la determinación de sus objetivos o alianzas. Por esta razón, se dice que la cultura de empresa es el alma de una organización, su código de valores, su esencia. En virtud de la misma se ordenan las prioridades o se ejerce el liderazgo.

La cultura organizacional está, de hecho, íntimamente ligada a la gestión de personas. Los departamentos de RRHH han aumentado, en este sentido, su peso dentro de la organización. De ellos depende, en buena medida, que los talentos atraídos y fidelizados se alineen con los valores de la empresa para el fortalecimiento y continuidad de esa cultura corporativa. De ello podría depender el éxito de la actividad empresarial.

Importancia de la cultura organizacional

La importancia de la cultura organizacional dentro de una empresa concreta se mide, de hecho, por su peso en tres aspectos clave:

  • El impacto en el éxito empresarial a corto, medio y largo plazo.
  • La influencia en la satisfacción y retención de empleados y empleadas.
  • Su relación con la mejora de la productividad y la innovación.

En una década donde las empresas deben convivir con fuertes dosis de incertidumbre, la pugna constante por la innovación disruptiva y el cambio de necesidades y expectativas sociales, la cultura organizacional cobra relevancia como palancas de cambio hacia el éxito empresarial. Es decir, lo que hoy se traduce como: capacidad de resiliencia, transformación y sostenibilidad en el tiempo, capacidad de creación para superar los desafíos globales y capacidad de procurar el bienestar dentro y fuera de la empresa.

No en vano, el concepto actual de cultura empresarial está íntimamente ligado a los Diez Principios del Pacto Mundial de la ONU, en base a los cuales las empresas deben cumplir con sus responsabilidades para con las personas y el planeta, y “sentar las bases para el éxito a largo plazo”.

Componentes de la cultura organizacional

Para hacer de la cultura organizacional esa herramienta de transformación positiva en el seno de las empresas, la misma debe atesorar cuatro componentes clave:

Valores compartidos

Principios fundamentales que guían decisiones y conductas, por ejemplo, la integridad, el respeto, la colaboración, y que son compartidos por todos los miembros de la organización sin excepción.

Creencias y actitudes

Comportamientos aceptados o esperados, más allá de políticas formales, y que permea en elementos como el diseño del espacio, la forma de comunicar o el lenguaje corporativo.

Normas y políticas

Establecidas por la empresa a través, por ejemplo, de códigos de conducta, con el objetivo de establecer criterios comunes que puedan ser asumidos por todos los empleados y empleadas en su día a día.

Estructura interna y relaciones

La cultura organizacional está íntimamente ligada a la estructura jerárquica de una empresa. Elementos como los organigramas corporativos representan, en buena medida, el espíritu organizacional. 

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Tipos de cultura organizacional

A lo largo de la historia se han sucedido y han coexistido diferentes tipos de cultura organizacional. A menudo, con el objetivo de adaptarse al contexto del momento o las necesidades de la época. De hecho, en los años 80, esta comenzó a ser objeto de numerosos estudios que trataron de analizar dicha transformación, así como atisbar nuevas tendencias en función de los nuevos cambios sociales, políticos y económicos. Entre los tipos de culturas organizacionales más comunes están:

Cultura orientada al poder

Basa la cultura corporativa en la competitividad. Altamente individualista, jerarquizada y donde se ejerce un férreo control sobre los individuos, con escaso margen de autonomía, maniobra, decisión o participación.

Cultura orientada a los resultados

La máxima es una mayor eficiencia gracias a la mejora continua de procesos y a la optimización de recursos de toda índole. Suele tratarse de empresas altamente flexibles o adaptables.

Cultura orientada a las normas

La cultura empresarial está fuertemente burocratizada. Las políticas internas y protocolos de actuación son estrictos, severos y obligatorios con el fin de garantizar un funcionamiento adecuado de instalaciones, procesos, etcétera.

Cultura orientada a las personas

Se centran especialmente en el bienestar de sus empleados o empleadas. Cuentan con paquetes retributivos que van más allá de la nómina, que son emocionales, a través de una propuesta de valor al colaborador con importantes beneficios y ventajas laborales. El objetivo: atraer y retener talento muy cualificado y difícil de encontrar.

Cultura clan, mercado, jerárquica y adhocrática

  • La cultura clan está enfocada en la colaboración, el desarrollo de las personas y un ambiente de trabajo óptimo, de respeto y confianza. Predomina en organizaciones centradas en el bienestar interno.
  • La cultura mercado está completamente orientada a resultados, al incremento de la competencia y el logro de objetivos como los de producción o ventas. Es un tipo de cultura organizativa común en sectores muy competitivos y orientados al rendimiento.
  • La cultura jerárquica esta basada en férreas estructuras claras, procesos definidos y mayor control. Suele predominar en organizaciones tradicionales o con alta regulación.
  • La cultura adhocrática hace referencia a un tipo de cultura empresarial  que fomenta la innovación, la agilidad y la experimentación, muy común en empresas creativas, start-ups o de crecimiento acelerado.

Hoy en día, por ejemplo, la cultura empresarial está fuertemente condicionada por el proceso de digitalización, la necesidad de atraer y retener nuevos talentos y cada vez más diversos (al menos en España), un marco regulatorio auspiciado por la UE en materia laboral, social y medioambiental cada vez más estricto, las nuevas formas de trabajo o las expectativas de las generaciones más jóvenes en relación al propósito que debe mover a las empresas en las que trabajan.

Todas estas casuísticas han dado lugar a una cultura organizacional centrada en valores y compromisos que tienden a la justicia social y la defensa del medioambiente, orientada a la mejora de la eficiencia y eficacia en la gestión, la transparencia, la participación, el desarrollo y la autonomía, y la creación de valor compartido. En definitiva: una cultura corporativa por y para las personas.

Funciones de la cultura organizacional

La importancia de la cultura organizacional es tal por las funciones decisivas que desempeña dentro de una empresa:

Función epistemológica

Proporciona una personalidad única a la empresa y a quienes la integran.

Función adaptativa

Una cultura flexible facilita la transformación y la resiliencia frente a épocas de crisis o gran incertidumbre.

Función legitimadora

Una cultura clara y coherente propicia que todos los colaboradores comprendan y compartan la visión, misión y propósito de la empresa.

Función instrumental

La cultura empresarial actúa como un sistema de guía informal que orienta el comportamiento de las personas. 

Función reguladora

Define lo que está bien o mal, facilitando la toma de decisiones cotidiana y orientando el comportamiento.

Función motivadora

Cuando las personas se identifican con los valores de la organización, se sienten más motivadas, satisfechas y comprometidas.

Cómo establecer una cultura organizacional sólida

Establecer una cultura organizacional sólida requiere la constitución de ciertos pilares estratégicos que sostengan esa cultura empresarial en el tiempo. Cinco de ellos, alineados con lo que se espera de una cultura corporativa hoy en día, son: 

  • La definición clara de los valores y la misión de la empresa.
  • Un flujo de comunicación transparente.
  • La participación de todos los niveles de la organización en dicha cultura.
  • El desarrollo profesional y bienestar del equipo.
  • La implementación de normas y procedimientos accesibles y efectivos.

La cultura organizacional moldea la forma en la que se atrae y gestiona el talento, en la que se fideliza, en la que se desarrolla el propio desempeño organizacional, en la que se toman las decisiones y hasta la forma en que las personas se relacionan y trabajan. La cultura empresarial es, por tanto, un activo dentro de la propia organización. 

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